Nunca he sido amante de los modernos.
Quizá por ello mis amantes tiene más de dos siglos.
No se asusten no soy un gerontófilo o un necrófilo
Más bien soy un amante de la sabiduría.
Hace tiempo que dejé la erudición por la erudición
No me gustaba follar sin pasión
Como un acto mecánico que me asegure
Un supervivencia gris y ramplona.
Donde se pongan un buen par de Cariátides
Que se quiten los iPhone o las exposiciones
En salas blancas y de cuadros donde parece
Que el autor ha eyaculado algo más que su rabia.
No, no me gustan los modernos porque
No miran a la cara cuando hablan y mastican
Con la boca abierta los argumentos que robaron del Partenón.
Quizá por ello, suelo amar a mujeres
Que nunca alcanzaré porque no están en aplicación alguna
Sino debatiéndose entre ser Europa o Perséfone
Porque puestas a ser raptadas, mejor que sea un Dios
Y no un Narciso de Pull & Bear o Jack & Jones
Que hace cola en la Apple Store por si le llega algo de Wi-Fi.
No sea que alguien les haya mandado un WhatsApp.
Ya se sabe que los modernos anulan sus citas unos segundos antes
Por esa costumbre de perder el tacto entre pantallas
E invitarte a comer a restaurantes donde
No se pueda pronunciar el plato que vas a pedir.
Nunca he sido amantes de los modernos
Porque no me guío por el aburrimiento y el hastío
De aquella máxima que dice que todo está inventado.
A lo mejor, lo que sucede, es que son más viejos
Que quien escribe estás letras
Y realmente tampoco amen la modernidad
Sino que no han masticado un buen cadáver
Ni leído una línea que no salga en de las Redes Sociales.
Supongo que no leyeron a Séneca
Y por esto no saben que quien habla con prisa
Y en voz alta es porque nada tiene que decir.
No, nunca he sido amante de los modernos
Porque los modernos quieren consumir pero no aman
Y uno ya hace tiempo que dejó las lágrimas de cocodrilo
Y las filosofías caras de tapa blanda.
Será por eso que no soy amante de los modernos
Porque, como dice el dicho,
Quien con modernos se acuesta solo se levanta.